Cosas que hago cuando me siento solo: 2- Preguntarme por qué elegí ser artista.



El escenario es el baño de mi casa. Yo (único actor) ya cansado de leer el desodorante de ambiente, me veo obligado a satisfacer mis impulsos estomacales sin material de lectura al alcance de la mano(1), por lo que decido comenzar un auto reportaje a modo de distracción).

C. A.: ¿Por que eligió ser artista?

C. A.: En un comienzo todo se dio de forma natural, como era un niño me regalaron lápices, y ahí mismo empecé a crear. No siento pudor alguno en reconocer que a los seis meses ya estaba realizando algunas experiencias cercanas al action painting.

C. A.: Así que en un comienzo su inspiración infantil lo llevó hacia la experiencia de la imagen abstracta. ¿Cuándo considera usted que este tratamiento de la imagen comienza a cambiar?

C. A.: Sin lugar a dudas con mi ingreso a la academia, en realidad no a una academia en especial porque desgraciadamente para ese nivel, no existían academias de arte, pero en fin… con mi ingreso al jardín de infantes mi obra da un giro desde el primer día…

C. A.: ¿Desde el primer día?...

C. A.: Literalmente desde el primer día; mire usted este trabajo, ¡es magnifico! Note la complementación perfecta entre texto e imagen, podría decirse que reúne las características de un poema visual; y solo tenía tres años. El texto en pintura negra, que seguramente ha sido escrito por la maestra, dice “Trabajo con mis…” y yo debajo de ese texto magníficamente construido he tenido la gran idea de estampar mis manos en color rojo sangre. Un manejo del simbolismo que me impresiona, mis manos de infante teñidas de rojo sangre ¿entiende…?

C. A.: Claramente una alusión a la realidad del país en ese momento, no debemos olvidar que esa obra fue realizada en el ´83, año en que termina la dictadura militar. ¿Consideras que te ha influenciado mucho el haber vivido durante la dictadura militar?

C. A.: Yo nací en el 79, y viví la guerra de Malvinas en la casa de mis abuelos en el sur. Yo estuve ahí, la viví ¿viste? No estaba en Buenos Aires comiendo chocolate y limpiándome el culo con las cartas que la gente les mandaba a los pibes. Mientras nosotros a las ocho de la noche teníamos que hacer el oscurecimiento para que los ingleses no nos bombardeen la casa, acá la gilada se hacía la paja leyendo “Gente”…

C. A.: Y es natural que a esa edad te haya causado un gran impactado…

C. A.: Obviamente; a los tres años pinte mis manos rojo sangre, mientras que los otros pelotuditos elegían amarillo, verde, azul o ¡mierda!. Mientras yo pinto una gata-peluda que está por atacar a mi madre embarazada, los otros pibes se peleaban por el pato-ñato. Que se yo, son filosofías, elecciones que uno va tomando…

C. A.: Otra de las cosas que más impacto ha causado en tus obras tempranas es tu relación con Vanina…

C. A.: Mira no me gusta hablar de mi vida privada, mi relación con Vanina fue hermosa pero termino mal; estuve enamorado de ella desde los tres hasta los doce años, en sala verde nos casamos atrás de un pino del jardín y nos dimos nuestro primer beso, que se yo… ya te digo no quiero hablar de eso…

C. A.: Pero el amor cambia un poco tus obras…

C. A.: Si es verdad, esa relación me hizo ver las cosas de otra manera; pude ver que aún después de las peores desgracias la esperanza puede aparecer como una forma de soportar la vida, yo tenía cinco años y estaba enamorado.
Mi pintura se hizo un poco más naif si querés. Pinté casitas, árboles de manzanas, animales, pibes jugando. Incluso juego un poco con el estereotipo como símbolo. Algunos me acusaron de haber renunciado a mis ideales, hasta de haberme vendido; pero en esa época yo era feliz y pintaba lo que sentía.

C. A.: Pero de repente dejas de pintar…

C. A.: …a los seis años entro a la escuela primaria y se muere mi abuelo paterno.
No colgué los pinceles pero ya no guardaba mis dibujos, los tiraba, o los regalaba. Esa era la forma de negar mis sentimientos, de suprimirlos, de sacármelos de encima…

C. A.: ¿Te pone triste hablar de estas cosas?

C. A.: La verdad que un poco si… preferiría continuar con el reportaje en otro momento.

C. A.: Entiendo perfectamente… mañana a la misma hora lo terminamos.

C. A.: Esta bien.


Finalizado todo asunto en este lugar agarro el desodorante de ambiente, tiro un poco, y mientras me lavo las manos escucho a la gata que maúlla del otro lado de la puerta. Es que son casi las doce y todavía no le di de comer.




(1) La única alternativa que me queda en ese momento es levantarme y dar unos pasos para agarrar el pomo de pasta de dientes, para informarme de las bondades del fluor, pero la sola idea de combinar simbólicamente en el acto de defecación los dos extremos de mi sistema digestivo me repugna.





7 comentarios:

Andrea Bianco dijo...

jajajajaja, muy bueno!!!! Yo siempre me hago autoreportajes, pero no en el baño sino de camino al trabajo. Casi siempre soy cantante, aunque a veces soy ilustradora famosa.
saludos

Anónimo dijo...

Hace cuanto nadie dejaba un comentario en mis textos!!!!... Estoy emocionado!

Marcelo Fernández dijo...

Muy bueno Carlos. Sin desperdicios este relato.

Anónimo dijo...

HOLA CHICAS QUE DEJARON COMENTARIOS!, tambien hay otros textos para comentar...no estoy celosa!, no, claro que no!, solo se los comunico por si no los vieron!...gracias

Anónimo dijo...

Basta vieli, no sea injusta, deje que alguien me levante un poco la moral y la autoestima.

Gracias a todos por sus comentarios.

Anónimo dijo...

crudo reflejo de la realidad social, con masas manejadas por las pasiones digitadas desde el poder economico/politico al cual no escapa el folba ni la paja

Anónimo dijo...

Muy bueno!!! Y lo es, porque me hizo reir a esta hora en la que me encuentro trabajando (y con sueño)