Lo tomé en mis manos, me sorprendió lo duras y frias que estaban las plumas, y pensé que el rigor mortis nos llegaría a todos y nos volvería azules y plásticos y con ventanitas y puertitas chiquitas a los costados y con unas lucecitas inútiles en la trompa que nunca más alumbrarán.
Pobre pájaro muerto pensé, ya nadie jugará carreras con él.
Carlos Autieri (APP 3/3).
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